Me parce muy bien que un Jefe de Policía, pueda expresar su posición política y decir que es "marxista", un policía “rojo”, pues esto ocurre en Gijón, la segunda ciudad más segura de España ... Además de contar con tres licenciaturas: Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de la Educación y que exprese: “Los jóvenes que hoy roban, no delinquen para comer (en Gijón). Si fuera para comer yo los ayudaría. Damos clases a 35.000 niños. Se los educa desde chicos a ser ciudadanos correctos. Sinceramente, envidiable !!! :)
Aquí la nota, algo extensa, pero me pareció que valía el reproducirla.
Por Guillermo Saccomanno. Página 12.
Mi padre se extrañó cuando le dije que quería ingresar en la policía –se acuerda el poli de civil–. Porque mi padre era rojo. Trabajador minero, de izquierda, como mi madre y mis tres hermanos. Pero, comunista como era, lo comprendió. Todos vendemos nuestra fuerza de trabajo.
Domingo a la mañana temprano en Gijón, la segunda ciudad más segura de España. Llovió un poco, las calles desiertas, unos caminantes escasos. Vienen de la noche. O empiezan el día. Con Alejandro Gallo, tomamos un café sentados en la terraza de una peatonal. El motivo de la entrevista: me han dicho que Gallo, jefe de la policía local, se define como marxista. Un policía rojo no puede menos que resultar freak para quien viene del país de la corrupción, la mano dura y el gatillo fácil. Flaco, inquieto, de gestos cortos y secos, fuma un cigarrillo negro tras otro, con un rostro y una expresión de duro. Su voz grave completa la imagen de un personaje noir. Sin embargo a los cuarenta y siete años, siendo un tipo curtido, Gallo no pierde ni el humor ni una disponibilidad absoluta para asimilar las preguntas y responderlas al instante. “Suelo andar desarmado”, dice. “En esta ciudad no me hace falta llevar pistola.”
A orillas del Cantábrico, con sus calles estrechas y silenciosas, un puerto con cientos de amarras y un clima marino amable, Gijón es una ciudad a la vez provinciana y turística. Y esta calma que se respira en sus calles, a uno que viene de una realidad en la que la seguridad es patrimonio de la derecha, le llama la atención. “Si no llevo el arma”, dice Gallo, “es porque no tengo que usarla”.
A Gallo lo conocí en
Con sus carpas, la fritanga de los puestos de comida, el fanatismo por la literatura popular, la proyección de cine negro o de ciencia ficción, con los parlantes que aturden con rock o reggae,
–A los diecisiete años no tenía muy clara la vocación –cuenta Gallo–. A esa edad, si algo te atrae, te lanzas sin saber. Y al joven sin vocación que era yo lo sedujo la tradición española de la pluma y la espada. Si quieres, en mi caso, en vez de la espada es la pistola. O la placa. Lo que puede verse como una contradicción, esto de la pluma y la placa, no lo es. Me lo dijo un teniente coronel purgado por Franco. Purgado porque pertenecía a
A los cuarenta y siete años, Gallo tiene licenciatura en tres carreras: Filosofía, Ciencias Políticas y Ciencias de
Refiriéndose a la seguridad que se respira en Gijón, Gallo cuenta una anécdota: “Hace un tiempo nos mandaron unos policías de Colombia para hacer prácticas. Los distribuíamos de a uno por auto patrulla. Después de recorrer una y otra vez la ciudad, ya de madrugada, preguntaban nerviosos cuándo empezaba la balacera. Les costaba creer que aquí no hay balaceras. Nuestro índice de delitos es de 13 por cada 1000 habitantes. Un robo, un tirón, sí tenemos. Los jóvenes que hoy roban, no delinquen para comer. Si fuera para comer yo los ayudaría. Pero no, violan la ley por hartazgo. Para cargar su teléfono celular roban. Porque viven en una sociedad del hartazgo. Se comete el delito por cuestiones suntuarias y no por necesidad. Así como no tenemos delitos de sangre, tampoco es alto nuestro índice de violencia doméstica. Porque la mujer, a partir de la cuestión del género, denuncia el acoso psíquico o físico apenas se presenta. La policía enseña en los colegios. Damos clases a 35.000 niños. Se los educa desde chicos a ser ciudadanos correctos.
Gallo cita al escritor Lorenzo Silva, que divide a los países en dos clases: hay países donde si te pasa algo llamás a la policía y países donde mejor no se te ocurra hacerlo. Para el policía rojo es impensable la corrupción policial que se ve en series como The Shield:
–Un policía recién salido de
Y es cierto. Este domingo El Comercio, el diario local, prácticamente carece de noticias policiales. La única está debajo de una crónica que describe el entusiasmo de hoteleros y gastronómicos, vecinos de Gijón, con el turismo que genera la movida de
–Y no pasó más –dice Gallo–. Porque de haber ocurrido algo más, un vecino habría avisado. En cuyo caso, nuestra capacidad de respuesta es de 30 segundos.
Gallo me lleva a
Anne Perry no es la única firma de literatura negra que Gallo mecha en la conversación. Entre sus escritores admirados se cuentan dos argentinos: Ernesto Mallo, el de Delincuente argentino, y el prolífico y premiado Raúl Argemí, responsable de una considerable y potente narrativa hard boiled desconocida en nuestro país. Gallo es un conocedor de la literatura negra. Más allá de los clásicos de la serie negra norteamericana, a Gallo le importan pocos europeos: Sciacia, Markaris, Izzo y Manchette. Entre los españoles, Vázquez Montalbán, Andreu Martín, que se inspiró en él para crear su detective Alex Del Toro. Y, obviamente, Juan Madrid. “Me gusta Juan por su pulso del asfalto. Porque anda por ahí, yendo a todas partes anotando en su libretita”. Gallo se toma una pausa. No les cree demasiado a la mayoría de los escritores de novela negra. “Hablan de crimen y de armas y en su vida ni olieron ni la sangre ni la pólvora”, dice. Y lo dice con autoridad. Porque en
Al terminar la entrevista me regala su última novela, Operación exterminio. Tiene un acápite de Albert Camus: “Fue en España donde los seres humanos aprendieron que es posible tener razón y, aun así, sufrir la derrota”. La novela narra, a partir de hechos reales, uno de los episodios más cruentos de la represión franquista, una infiltración maquinada tras los muros de la prisión de Carabanchel por la inteligencia de
Si lo que yo esperaba al conversar con Gallo era alguna historia en la que pudieran fundirse la violencia y la ficción, nada de eso. “Sí, alguna vez la pasé difícil”, reconoce, pero le resta importancia al contar. “Una vez un loco que tenía la navaja en el cuello de un compañero. Y nosotros estábamos ahí, con el dedo en el gatillo. Pero finalmente el loco entró en razón y pudimos detenerlo. Otra vez, en un cuarto, me pasó de estar con otro compañero, rodeados de escopetas que nos apuntaban. Delincuentes comunes. Hasta que llegaron los refuerzos. Pero no hay nada que deba destacarse. Trabajo simplemente.” Y después de otro silencio vuelve a repetirlo: “Es trabajo lo mío. Y lo que cuenta es que la noche del sábado terminó bien”.
Me falta una pregunta. Se la hago:
–Por la mañana –-me contesta–. Escribo por la mañana. Y cuando es la hora en que me pongo la placa, ya tengo hecho el día. Porque lo de ser escritor es también un trabajo. Como el de policía. De lunes a domingo.
De marxista nada absolutamente nada, acaso no habla marx que de lo que se trata no es de interpretar la realidad sino de transformarla?, cuál vendría a ser la praxis marxista de un policía en actividad? vamos dejémonos de pavadas, o éste policía cuando "educa" a los niños a ser "ciudadanos serios" los educa desde el vamos en que serán explotados por la burguesía y que venderán su fuerza de trabajo por dos pesos y que deberán prepararse e instruírse para vencer al sistema que los explota y los convierte en esclavos asalariados? y si hay una huelga? y si la crisis económica avanza ? que va a hacer éste señor JEFE policía cuando den la órden de reprimir? todos sabemos bien para quién trabaja la policía, creo que hay noticias mas relevantes, el sistema en cualquier lado usa ésta clase de cosas para seguir robándonos la conciencia de clase y que todo sea una gran confusión, el marxismo es la praxis, la unidad entre teoría y práctica para transformar la sociedad capitalista en una sociedad de hombres libres y asociados con lo que todo eso encierra, en cualquier parte del mundo que suceda algo contra la clase trabajadora ahí habrá un militante marxista uniendo la acción a la palabra, poniendo su granito de arena, en el camino de la humanidad hacia su independencia de clase, dónde no habrá ni soldados ni policías sino milicias populares, saludos a todos Clara.
ResponderEliminarImpecable e imperdible. Me quedo con las lágrimas que me brotaron al leer la setencia de Camus, tan fatal y trágica, tan hispana, tan astures, tan argenta...
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